POR CRISTIAN BAYONA ÁLVAREZ 310241
DOCENTE NAHÚM SÁNCHEZ- GÉNEROS DE OPINIÓN- SEXTO SEMESTRE
Las
fiestas de Ocaña tienen como propósito, como en cualquier otra celebración en
el país y el mundo de realizar encuentros ciudadanos para intercambiar experiencias,
gustos y pasarla bien. En nuestra ciudad las fiestas, que bien podría decirse
comienzan el catorce de diciembre, fecha del cumpleaños de la misma, hasta el
seis de enero en el último día de carnaval, logran esos propósitos de
integración y goce de las distintas celebraciones. Pero en los últimos años la
falta de una organización en la realización de dichos eventos han perdido ese propósito original y se han vuelto más
una serie de traumatismos sociales que se desencadenan por el excesivo consumo
de alcohol y la falta de orden de las personas que festejan, las cuales andan
en carros con los parlantes a alto volumen, el desmesurado desperdicio de agua
pese a que se restrinja su uso sobretodo en los carnavales. Y es que la esencia
misma de los carnavales se ha perdido, recordar esos bellos tiempos en que
elegantes carrozas y disfraces con sus máscaras alegraban las calles de la
ciudad en donde propios y foráneos
disfrutaban de un espectáculo cultural y artístico, pese a las buenas
intenciones de personalidades ocañeras de retomar estas tradiciones, poco o
nada han servido para volver a aquellos tiempos. A quienes vienen de otras
partes les gusta las celebraciones actuales, puesto que aquí se desbordan
algarabías, pero a otros no, inclusive temen salir a las calles en esos días
por ser mojados sin su consentimiento o porque no les gustan “esos carnavales
salvajes”. Da lástima que se haya llegado hasta ese punto, pues los carnavales
son para disfrutar de un Momento agradable y no de un tortuoso rato. Lo otro
tiene que ver con las fiestas religiosas de los distintos barrios, que aunque
algunos las continúan ya no tienen la esencia de años anteriores, lo importante
es que las de San Antonio, Jesús Cautivo, la Santa Cruz por mencionar algunas
sigan con su legado pero ojalá enfocándose más en lo cultural y religioso, que
es como debería ser. Las fiestas en Ocaña forman reencuentros, anécdotas,
conversaciones, todo esto genera más cultura en la ciudad, otro punto
importante es saberlas promocionar puesto que son importantes para la economía
pues genera recursos por consumo en gastronomía, en hoteles, pensiones etc.
Entonces estamos de acuerdo en que las fiestas se deben mejorar para bien, así
se podrá disfrutar de algo que es para
todos y que nos enriquece como cultura, conserva nuestras tradiciones y mejoran
la imagen de la ciudad tan opacada por estos tiempos. La reflexión está en cada
uno de nosotros, de sabernos comportar, de no gastar el agua en los carnavales
se ha sabido que en los tres días de carnaval se pierde el agua que
consumiríamos en un mes, el interés de las autoridades municipales para
fomentar la cultura, la creación de eventos en los cuales los ciudadanos
asistan en familia, son propósitos alcanzables dentro de un marco de
responsabilidad y respeto. Si queremos a Ocaña hagámoslo, es una buen incentivo
para conservar con lo nuestro, en cuanto al desfile de los genitores que se
haga cada año, es un patrimonio intangible que no debemos perder, somos una
ciudad de historia y buenas costumbres, pero nosotros como habitantes de ella
debemos ser consientes de la importancia de cambiar malos comportamientos que
no le hacen nada bien a la ciudad en las fiestas. Espero que las cosas cambien
para bien, y que digamos siempre con orgullo, que buena están las fiestas de mi
pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario