Llegar a Gamarra era el
objetivo. Hacía un mes que este municipio ribereño del sur del departamento del
Cesar se encontraba inundado por las aguas del río magdalena, la pasada
temporada invernal que afectó al país debido al fenómeno de la niña también hizo
estragos en este municipio, que, como todos los años cuando hay subienda del río
Magdalena, soporta inundaciones en su cabecera municipal y corregimientos. Para
llegar a él por Aguachica, se toma un taxi que cobra 4 mil pesos, tarifa que
algunos consideran costosa pero el conductor afirma que vamos con aire
acondicionado y en taxi nuevo y dice que también por la condición de la
carretera, la cual está casi destapada, y el anterior gobierno departamental
que prometió arreglarla, solo hizo promesas, para esta zona de tanta
importancia económica, esta maltrecha vía es sólo un carreteable polvoriento y
lleno de huecos.
En el trayecto se puede
observar un edificio del antiguo Idema, otrora de lo que fue la bonanza
agrícola de esta región, y que conserva imponente toda su estructura, ante el
paso del tiempo, y que a la postre no se le ha dado ningún uso.
Arribamos a Gamarra a eso de
la una de la tarde, el sopor por el calor se mitiga por una suave brisa que
golpea en la frente. Al llegar hay música por todo el corredor que se vuelve un
ruido estridente, como si estuvieran festejando algo, hay venta de pescado de
todos los tamaños y clases, bagres, nicuros, bocachicos, las chalupas arriban
del sur de Bolívar con pasajeros y carga, como el puerto está inundado atrancan
cerca al puente que se convierte mientras tanto en la solución portuaria. Nos
toca quedarnos antes del puente, porque los carros no pueden pasar, la fuerte
corriente del río se llevó parte de la carretera y los pobladores construyeron
con bultos de tierra, piedras y palos un camino que enlaza al puente y por la
que sólo pasan personas y motocicletas.
Imponente el río grande de
la Magdalena nos pasa por debajo, casi roza con el puente, al cual muchas le
auguran un misterio por soportar más de 30 años de inundaciones, además de ser
la principal conexión por tierra de Gamarra y el sur de Bolívar con el interior
del país. Entramos al municipio a pie, caminamos por la calle central, hay
algunas casas en las cuales el agua les llega hasta la sala, seguimos para
llegar al muelle, sin antes pasar por el parque principal, la iglesia y la
plazoleta, desde ya podemos divisar el agua por las calles cercanas al puerto,
mientras más uno se acerca los pies empiezan a mojarse, es una extraña
sensación para quienes no estamos acostumbrados a tan “mojada” situación”, las
calles empiezan a verse desoladas, casi como calles fantasmas, casas
completamente abnegadas, deshabitadas, lo que es un movido complejo comercial
como lo es el puerto, en donde hay almacenes de ropa, tiendas de víveres,
billares, está totalmente quieto, todo cerrados, una sola tienda permanece
abierta, sus dueños salvaron lo que pudieron en un estante que hicieron en la
parte de arriba de la vivienda, la situación es lamentable. Le preguntamos a un
señor que transita en su canoa si está muy alta el agua en el puerto, nos dice
que nos puede llegar hasta la cintura, seguimos y el agua empieza a subir por
nuestro cuerpo, cada vez caminamos con más dificultad pero vale la pena para
seguir conociendo la realidad de los gamarrences.
Pescando desde el balcón de
la casa
En estas situaciones, cuando
el agua está por todas partes, las personas aprenden a vivir con la situación,
se vuelve algo esperado y cotidiano. Con una modesta caña de pescar, un hombre
entrado en años sentado tranquilamente desde el balcón de su casa, espera que
algo pique para sacar algún fruto del río.
Al preguntarle si conseguía algo de esta forma, manifestó que sólo peces
pequeños, y que prefería dárselos a su gato,
que se le han escapado unos bien grandes pero sólo lo hace por pasar el
tiempo.
Subienda de Pescado
Grandes
cantidades de bocachicos, nicuros, bagres, kapax y tolombas se han quedado en
las atarrayas de los numerosos pescadores que por estos días están haciendo su
agosto.
Ante la difícil
situación ocasionada por la inundación del municipio, está la contraparte que
parece aliviar a las personas de Gamarra, el invierno sirvió para generar la
bonanza, pues hizo que se llenaran las ciénagas, lo que a su vez facilitó que
los peces subieran por todo el río, La abundancia de pescado ha incrementado el
flujo de personas de municipios vecinos y ha bajado notoriamente los precios de
ese alimento, pues una yunta compuesta por 10 o 12 pescados se negocia en 4 mil
pesos, también es posible conseguir una sarta de
nicuro (quince pescados) por 5.000 pesos, y
sin decir mentiras, es tal la cantidad de pescado que si uno es hábil y sabe
nadar bien, los puede atrapar hasta con la mano, bendito sea Dios, nos dice un
pescador que ha vendido todo lo que sacó del río.
Inundados pero felices
La inundación parece un
evento cotidiano más, aunque no hay que desconocer el sufrimiento, las pérdidas
que ocasiona, es algo que no se puede controlar, existe como una especie de
resignación, pero esto no declina el espíritu de los pacoreros, como también se
les llama, debido al pescado que lleva su nombre. Las personas sacan el agua de
sus casas, sacan el barro, construyen muros de contención en sus viviendas, en
cambio otras personas se van para donde otros familiares en la parte seca,
porque sus casas se hacen inhabitables, otros las abandonan y no vuelven, es un
dilema un poco apocalíptico. Pero en contraparte, Como si se tratara de un
cuento macondiano, hay niños bañándose en las calles, en las afueras de sus
casas, nadando, personas jugando dominó, escuchando música, sobrellevando lo
que el agua se llevó, pero algo que no les puede quitar son sus ganas de vivir
y salir adelante.
A esperar que el río baje
Afortunadamente estos días
han sido de sol, y tal como se prevé vendrá una temporada seca, la cual
seguramente hará bajar el nivel del río Magdalena, con lo cual se espera
reforzar el muro de contención que el río debilitó debido a la fuerte
creciente, y que entidades humanitarias habían ayudado a realizar, el nivel de
las aguas está en un metro 15 centímetros, ha disminuido, pero los habitantes
no bajan la guardia, y esperan las ayudas del gobierno nacional lo más pronto
posible. Gamarra, el que fue el principal puerto sobre el río Magdalena en los
50, con sus grandes barcos de vapor que llegaban a su puerto, y los
ferrocarriles nacionales cargados de pasajeros y de desarrollo, así como el
cable aéreo que culminaba en este municipio. Al terminar la tarde termina
nuestro recorrido, mientras tomamos el carro de regreso, otras personas se van
en chalupa y se adentran en las aguas del río Magdalena, se dirigen al sur de
Bolívar.
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