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Las aguas cristalinas que
brotan de la tierra le dan su nombre. Un lugar poco conocido, pero que su
nombre refleja toda una aventura por conocer. Para llegar a él no hay que irse
bien pintoso, hay que llevar ropa cómoda y que aguante el recorrido subterráneo
en medio del barro y la humedad.
Para arrivar al lugar hay que dirigirse hasta el corregimiento de Aguas
Claras, a diez minutos de la ciudad de Ocaña por la vía que comunica al
municipio de Convención. Música y personas alegres se ven en cada esquina, es
parte de la cultura del sitio.
Hay que recorrer casi 500
metros de camino para llegar al espejo, mientras tanto el deleite de observar
los cultivos en todos los tonos verdes que se pueden imaginar, y una suave
brisa que golpea la cara, son el acompañamiento perfecto.
Pasamos un pequeño
riachuelo, con agua fría, que más tarde, por el administrador del lugar,
conocemos que se trata de la frontera
entre el departamento de Norte de Santander y Cesar. La casa en donde se
encuentra los túneles, es colonial, de casi 50 años, que se le ve el paso del
tiempo debido a un quiebre en una de sus paredes.
Todo es agradable a la
vista, un lugar normal, después de una cálida bienvenida con relatos de
historia que decía que Antón García de Bonilla era dueño de esas fértiles
tierras y en ese lugar guardó parte de sus tesoros, el panorama por conocer
debajo de donde uno está parado hace inquietante la espera por ingresar en las
entrañas de la tierra.
“Hay que ensuciarse”
La recomendación es
sencilla, llevar ropa ligera y linterna para observar bien por donde se va a
pasar. No hay que preocuparse si no se va a lucir bien frente al “espejo”, aquí lo realmente
emocionante es cuando se bajan las escaleras y pisa tierra firme a casi 4
metros de profundidad. Ir en grupo es lo recomendable, uno detrás de otro, la
sensación es extraña, túneles que permiten indagar más y más, en ciertas partes
se hace más estrecho el recorrido, por lo que hay que optar la opción de ir
como topos en busca de camino.
La parte más baja, no
permite estar de pie, por lo que hay que agacharse, para algunos es algo
claustrofóbico, las manos y pies empiezan a hundirse en el barro, por lo que
hay que agilizar el paso para no quedarse estancado, una tabla sirve de puente
para pasar, “así sea arrastrándose” dice una visitante del lugar, quien grita Porque
siente en sus pies un animal, mientras otro le da la mano para ayudarlo a salir
y le pide que se calme.
Luego se llega a una zona
más iluminada, el lugar tiene unos sitios acondicionados con corriente
eléctrica que permite una mejor visión para las personas que hacen el
recorrido. Se hace una parada. Es fascinante. Cerca de cuatro túneles que
conducen a unas pequeñas cuevas, lo hacen sentir a uno como una hormiga en
medio de su hábitat.
Algunas de ellas tienen
imágenes cristianas como cruces y vírgenes, en otra en cambio, un pozo que se
nutre de una pequeña pero constante caída de agua nacida de las montañas invita
a ser conocido. Y aquí del porque se le llama el espejo, cristalina y pura, una
fuente de vida en el fondo de la tierra, refleja la majestuosidad de la
naturaleza.
Como un pequeño mar de agua
dulce, con playas angostas pero cómodas que permiten descansar a los
aventureros después de haber realizado el extenuante pero valioso recorrido, en
donde salen conversaciones de si en ese lugar hay tesoros escondidos, o si por
el contrario el tesoro es el agua misma.
Varias creencias hay entorno
al lugar, algunos cuentan que ven reflejos de luces que pueden ser guacas,
otros manifiestan haber soñado el lugar exacto del tesoro pero nunca han
encontrado nada.
Y tal vez por esa intriga,
los dueños del lugar decidieron cavar los túneles debajo de la casa, sin
encontrar rastros de oro o piezas arqueológicas. Sin embargo el lugar es
propiedad privada, pero como lo manifiestan sus dueños es un lugar público, por
ello cualquier personas, familia o grupo de amigos puede ir y conocer lo que
hay debajo.
El recorrido de la cueva El
Espejo termina o bien en la casa colonial o en la parte de adelante, a casi 50
metros de la parte inicial. Los que hacen el recorrido afirman que es una
aventura inigualable, como el agua fluye por los socavones el barro se hace
presente, y las ropas y caras de muchos salen considerablemente sucias.
En el lugar se están realizando obras de mejora para
iluminar totalmente los túneles, también se están construyendo otros para hacer
más largo el recorrido. En fechas como semana santa la afluencia de personas es
más notoria, vienen atraídos por las leyendas de don Antón García de Bonilla
sus tesoros y guacas, todo se ha complementado, una riqueza oral, junto con una
riqueza hídrica y de aventura en el fondo de la tierra.
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