sábado, 8 de septiembre de 2012

Reportaje: El desplazamiento en Colombia

Por Cristian Bayona Álvarez
cristianbayonaalvarez@hotmail.com

Afuera de su casa, Noralba Granados sentada en un reclinado asiento de madera le hace un moño a su pequeña hija de 10 años. Ambas esperan a Manuel, mototaxista hace dos años, de ojos verdes cansados de trabajar en una mañana soleada y con 5 mil pesos de ganancias que le dejó al hacer dos viajes llevando víveres del mercado para una tienda del barrio Galán. Su esposa lo recibe con beso en la mejilla, le tiene preparado fríjoles con carne, éste ya tiene servido su plato en una robusta mesa acondicionada como comedor, el reloj marca las 12 y 25 minutos, el comensal se apresura, su hija Michel lo espera para que la lleve al colegio.
Mientras prueba su último bocado, suena en la radio una noticia diciendo que el alcalde está en Cúcuta realizando gestiones para construir vivienda social en Ocaña, Manuel lavándose las manos le dice a su esposa “pare bolas mija, pa ver qué pasa con eso”, se monta en su moto y se lleva a la sonriente Michel a estudiar. Noralba muy atenta continúa escuchando, mientras empieza a lavar los platos. Y es que esta familia, haber salido de El Tarra no ha sido fácil. Allá tenían una parcela en la cual vivían bien, tenían gallinas, patos, conejos, codornices y cerdos, Manuel tenía un trabajo estable como cultivador de cacao, había aprendido las técnicas sobre el cultivo, producción y recolección de este producto gracias a una ONG que había llegado al municipio como plan de cambio para acabar con la producción de coca, se ganaba casi un millón de pesos, su esposa también pertenecía al proyecto porque era la coordinadora de las familias que pertenecían al programa. Fuera de eso, lo que recibían por la crianza de sus animales les aportaban un valor agregado importante. Pero retaliaciones de personas pertenecientes a grupos al margen de la ley les venían exigiendo vacunas para continuar con el proyecto, incluso a un hermano de Manuel lo habían asesinado por haberse negado a pagar. De un momento a otro, las ganancias del cacao fueron cayendo, los habitantes a pesar de que estaban bien decidieron volver al negocio de la coca, empezaban los momentos difíciles.
A pesar de los problemas, Manuel y Noralba continuaban en pie con el proyecto, trabajaban mancomunadamente con trece familias, quienes recibían el respaldo de la ONG. A pesar de las ganas de salir adelante legalmente las retaliaciones de los grupos al margen de la ley continuaron, esta vez se agudizaron, pues aseguraban que los terrenos donde estaba sembrado el cacao les pertenecía y que era mejor que se pusieran a sembrar coca o si no que se atuvieran a las consecuencias. La situación se tornó peor, porque debido a una plaga que le cayó a las plantaciones se perdió toda una cosecha.
Un día llegaron dos hombres en una motocicleta a la casa de Noralba y Manuel, venían con unas escrituras alegando que ese terreno les pertenecía y que les daban tres millones de pesos, menos de un cuarto de lo que valía su parcela. Ambos esposos, acostumbrados a trabajar legalmente tomaron una decisión en medio de la confusión y el miedo, vender todos sus animales y emprender una nueva vida en otro lugar.
Fue así como en el año 2005 llegaron al barrio Asovigirón en Ocaña, que en su principio fueron terrenos invadidos por personas como ellos que venían huyendo de la violencia, hoy viven en una casa en arriendo, de material pero con piso de tierra y con un deficiente acueducto y alcantarillado. Su motivación para salir adelante es su hija Michel de 10 años, por quien decidieron tomar nuevos rumbos huyendo de un conflicto absurdo azota nuestro país.
Para el defensor del pueblo, Juan Manuel Martínez el desplazamiento en Norte de Santander es un crecimiento de distintos problemas sociales. En Ocaña por desplazamiento forzado han llegado 11.731 familias en los últimos diez años, las cuales comienza de cero una nueva vida, adaptándose a veces a difíciles condiciones de subsistencia. Para Martínez esto acrecienta otros problemas como la desnutrición infantil, la falta de vivienda, la prostitución, drogadicción. Sin embargo, en la defensoría del pueblo se les hace un acompañamiento para valorar el proceso que han vivido y así recibir las ayudas pertinentes determinando el grado de complejidad de los casos, en lo que respecta a Ocaña y su zona de influencia como lo es el catatumbo.
En nuestro país, según la ACNUR, existen unos tres millones de desplazados internos, aunque cifras de los gobiernos dicen que son menos, es innegable que el país continúa todavía viviendo este flagelo. En cuanto a los refugiados, la cifra no es menos alarmante 552000 colombianos han pedido protección al gobierno o a otros países.
Se creería que el conflicto armado es la primera causa de desplazamiento, pero hoy día están incidiendo facores como la degradación ambiental, que se está convirtiendo en una nueva y preocupante causa., así como el agotamiento del agua y el encarecimiento de los precios de los alimentos, que golpea a los más pobres y genera inestabilidades sociales.

La secretaria de gobierno de Ocaña Morly Romero, ha hecho hincapié en la importancia de que Ocaña implemente planes de atención y contribución al desplazado, por eso manifiesta que es importante que se busquen nuevos recursos económicos, pues los que existen para tal efecto no alcanzan. Según la funcionaria de donde más han llegado desplazados es del El Tarra, pero que también llegan familias y personas del sur del Cesar y Bolívar.
A su vez manifiesta que se genera un desbalance social, porque a pesar de la prioridad que se le da a los desplazados en materia de empleo, salud y educación, también hay familias pobres de Ocaña que quedan fuera de programas de salud alimentaria y vivienda. En la unidad de atención y orientación UAO, se presentan diariamente gran cantidad de familias desplazadas.
El año pasado se desplazaron 102.956 personas en el país, sin contar con aquellas que no son reportadas como personas desplazadas. ACNUR también dice que entre 2008 y 2011 más de 1400 víctimas de desplazamiento fueron asesinadas, sin embargo los culpables de los desplazamientos continúan impunes frente a las barbaries que cometen con la población civil. A pesar de los esfuerzos del gobierno para reducir la violencia, diariamente vemos surgir nuevos episodios trágicos, el país tiene que dar un giro, una revolución que permita vivir en paz, sin destruirnos a nosotros mismos. A pesar de los indicadores económicos que muestran estable a Colombia, no hay que desconocer que el desempleo y la falta de oportunidades se generan en causa por el conflicto armado.

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